Los/as camaradas y compañeros/as de Badajoz podían presumir hasta hace poco de vivir en una ciudad donde el movimiento fascista era prácticamente nulo, pero tras la apertura de un local del MSR parece que todos los fascistas y neonazis han salido de su escondite y han llenado Badajoz de pintadas y difusión de ideas racistas y xenófobas. Debido a la inactividad, la coordinadora antifascista en Badajoz se disolvió y ahora, los restantes se ven en la obligación de rehacerla para pararlos.
Por lo que pedimos que quien esté interesado o tenga conocidos en Badajoz capital o alrededores que estén comprometidos con la lucha antifascista, se pongan en contacto con la juve de allí para la reconstrucción de una organización antifa sólida. También pueden hablar con nosotros para pedirnos información sobre estos movimientos.
¡¡ANTE EL FASCISMO Y SU VIOLENCIA, AHORA Y SIEMPRE RESISTENCIA!!No entendemos como pueden existir en Badajoz este tipo de movimientos fascistas, cuando la represión en la Guerra Civil fue brutal, ¿acaso ya no recuerdan las masacres de Badajoz del verano de 1936? Habrá que recordarla, porque nosotros ni olvidamos ni perdonamos...
El 14 de agosto de 1936 entraban las tropas de Varela en Badajoz, tras una brutal batalla que sería considerada la primera de la Guerra Civil. La milicia ocasionó cerca de cincuenta muertos a la Legión Espñola, que pretendió tomar la plaza al asalto. Finalmente la artillería, la superioridad en materia de fuerzas y armamento, haría retroceder a los milicianos que tendrían que ser desalojados en los diversos puntos en los que se hicieron fuertes: Gobierno Civil y diversas torres y edificios. No se hicieron prisioneros. Los que eran capturados eran fusilados sobre el terreno. En el Gobierno Civil, en la Catedral de San Juan, una pila de muertos permaneció expuesta al sol varios días para escarmiento; en la Calle del Obispo la sangre coagulada cubría toda su superficie.
Cuando finalmente los Regulares Marroquíes de refuerzo consiguieron tomar la ciudad, comenzó la represión.
Las detenciones se realizaban tanto en la calle como en los domicilios. Falangistas, curas, empresarios, comenzaron a señalar a los ejecutables: todos los funcionarios al servicio del gobierno republicano, todos los miembros significados mínimamente de los partidos del Frente Popular y de la UGT y de la CNT, todos los miembros de organizaciones como Juventudes Libertarias, Comunistas, Socialistas... A los varones se les quitaba la camisa y se les examinaba el hombro para saber si habían disparado. Ninguno se salvó. A las mujeres se les daba el paseo antes de asesinarlas, o se las rapaba y purgaba públicamente. Bastaba con alguna pequeña desafección, con alguna pequeña liberalidad, una falda algo más corta de lo normal, con no ir a misa, con leer libros de autores malditos..., para que aquellas mujeres fueran humilladas en los paseos y plazuelas.
En la Plaza de Toros comenzaron los fusilamientos. Con ametralladoras, de diez en diez, de veinte en veinte, treinta, cuarenta..., hombres, mujeres, adolescentes, ancianos, sin distinción de ideología, se vieron abrazados por la muerte. Los camiones traían incansables nuevas víctimas de los pueblos de los alrededores. Gente que no había resistido, pagaba con la vida por un comentario ya olvidado sobre algún patrón, o era delatado por una herencia. Nadie estaba seguro. El tableteo de las máquinas resonaba por toda la ciudad. Nadie salia a la calle.
Los periodistas portugueses destacados en Badajoz, estaban horrorizados. La dictadura portuguesa de Salazar nunca actuó con tanta brutalidad. Entrevistado Varela por la prensa lusitana declaró "que no podía dejar enemigos en la retaguardia". No contentos con esto, a algunos de los detenidos se les picó, banderilleó y toreó en la plaza, muriendo a espada.
Catorce mil muertos es la cifra que ha quedado grabada en la memoria y en los relatos que se contaban en voz baja. Cuatro mil los muertos oficiales. Enterrados en fosas comunes. Abandonados en cunetas, los caminos estaban llenos de cadáveres que eran devorados por perros y alimañas. Fue el Terror, que duraría en los supervivientes el resto de sus días.
Se acababa así con toda una generación que generosamente se había puesto al servicio de una Revolución Social. Decenas de pueblos en los que se habían ocupado tierras, creado cooperativas y colectividades, antes incluso de la guerra, experiencias de todo tipo, artísticas, culturales, económicas, fueron borradas por medio del asesinato. ¿Qué pedían aquellas gentes sino Tierra, Libertad, Cultura, Paz? ¿Quiénes fueron los brutales asesinos, inhumanos, carentes de sentimientos que amasaron su fortuna sobre un río de sangre?
Que tomen nota quienes nos llaman utópicos. Que piensen que este sistema fue puesto en duda por gente sencilla, y que la respuesta de los poderosos, de las personas respetables y civilizadas, de los curas, empresarios y gente de orden y fuerza bruta, fue el pisoteo de sus propias leyes, el crimen y la muerte organizada.
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